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miércoles, 13 de agosto de 2014

¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán!

Cualquier educación quedará siempre incompleta si sus lecciones no se ven acunadas por la necesaria pasión con la que debe ser transmitida. El club de los poetas muertos constituye un exponente máximo de la pasión por la enseñanza, el profesor Keating (Robin Williams) la personifica con sus gestos e intervenciones. A continuación dejamos una lección memorable sobre la importancia de las palabras:
"Ahora querida clase aprenderán a pensar otra vez por sí mismos, aprenderán a saborear las palabras y el lenguaje. A pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo. [...] Les contaré un secreto -acérquense, ¡acérquense!-. No leemos y escribimos poesía porque es bonita, leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana, y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida; pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor... son las cosas que nos mantienen vivos, citando a Whitman:
  

¡Oh, mi yo! ¡oh, vida!
de sus preguntas que vuelven,
Del desfile interminable de los desleales,
de las ciudades llenas de necios,

¿qué de bueno hay en estas
cosas, Oh, mi yo, Oh, vida ?

Respuesta

Que tú estás aquí - que existe la vida y la identidad,
Que prosigue el poderoso drama, y que tú
puedes contribuir con un verso.
Qué prosigue el poderoso drama y que tú puedes contribuir con un verso... ¿Cuál será su verso?..."

Injusto sería también olvidar la despedida brindada por sus alumnos:

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