El tema de la felicidad ha sido uno de los asuntos recurrentes en la historia de la filosofía. Así, pensadores de la talla de Epicuro o Aristóteles abordaron este asunto durante el periodo helenístico y propusieron recetas al respecto. Sin embargo, será con la llegada de la Ilustración cuando la sociedad occidental asista a uno de los debates más encarnizados sobre la materia. El terremoto de Lisboa de 1755 provocó consecuencias más relevantes en los círculos filosóficos que en la propia corteza terrestre. El adanismo de Rousseau al afirmar la bondad natural del hombre se resquebrajaba, surgiendo entonces una nueva pregunta: ¿Cabría un mundo más perfecto que éste? El matemático y racionalista Leibniz parecía tener clara su respuesta: "vivimos en el mejor de los mundos posibles". En la práctica, vivir en el mejor de los mundos posibles significaba que los pequeñas injusticias a las que asistía el ser humano a diario quedaban justificadas -o compensadas- por un bien mayor. Dicho de otro modo, los males cotidianos no eran más que pequeños daños colaterales si aspirábamos a una felicidad (u orden) mayor. Esta justificación del mal permitía también justificar la existencia de un Dios bondadoso (teodicea), puesto que las pequeñas desgracias quedarían compensadas por un bien mayor. Voltaire, bastante más escéptico sobre esta elaborada teoría, escribió su respuesta en forma de sátira. En su obra titulada Cándido caricaturizó a Leibniz en la piel del personaje Pangloss. Y afirmó:
"- ¿Qué es optimismo?, decía Cacambo.
- Ay -dijo Cándido-, es la manía de sostener que todo está bien cuando todo está mal"
En la actualidad, si hablamos de felicidad la empresa Coca-Cola es sin duda uno de los mayores referentes. A continuación dejamos algunas de sus mejores campañas publicitarias a este respecto:
No hay comentarios:
Publicar un comentario