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domingo, 3 de agosto de 2014

La filosofía daltónica: los colores de la publicidad

Como ya publicamos ayer nuestros sentidos han sido los grandes damnificados de la historia de la filosofía, los patitos feos. Conocimiento "caduco", "imperfecto", "perecedero" o "engañoso" son algunos de los adjetivos que han utilizado para referirse a ellos. Las ilusiones ópticas constituían un primer ejemplo de su falibilidad, pero no la única. Cuando Platón o Descartes los criticaron como fuente de información veraz no imaginaron el gran filón que hallarían los publicistas de automóviles en ellos. Los sentidos nos engañan y a los daltónicos, por supuesto, también. Este spot es un interesante ejemplo de ello.
Pero este anuncio nos ayuda a comprender, asimismo, la distinción que ya hiciera Aristóteles entre los cambios sustanciales y accidentales. Modificar el color de un coche es un cambio accidental -insustancial, diríamos- y no es lo mismo que cambiar la marca de un coche, lo cual representa ya un cambio sustancial que, según los hábiles publicistas, modifica la propia esencia del coche que compramos. Para nuestros amigos publicistas cambiar de marca sí determina qué tipo de sustancia es un coche. En pocas palabras, a ellos les da igual que sea rojo o verde, pero rezan porque sea un Vokswagen.
Aristóteles fue el primero en remarcar la distinción entre cambios sustanciales y cambios accidentales:
 
 

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