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martes, 22 de julio de 2014

Johnny cogió su fusil o el solipsismo cartesiano

¿Qué sentiríamos si descubriésemos que todo cuanto somos es pensamiento? ¿Qué ideas recorrerían nuestra mente si concluyésemos que estamos atrapados en un cuerpo que no podemos usar a nuestro antojo? ¿Quién nos consolaría si adivinásemos que nos hemos convertido en un trozo incomunicado de carne postrado en una cama?
Esa es la historia de Johnny cogió su fusil, una extraordinaria película clásica, una oda al pacifismo y a la reflexión pausada sobre la identidad y la incomunicación.
Durante el siglo XVII Descartes planteó el problema del solipsismo. Para deshacerse de todos aquellos prejuicios que pudiesen contaminar un conocimiento certero de la realidad decidió -dentro de un ejercicio de honestidad- dudar de todo, no dar por cierto ningún conocimiento que hubiese podido aceptar alegremente con anterioridad. Mientras dudaba absolutamente de todo "descubrió" con satisfacción que por mucho que "dudase" (de los objetos materiales, de la existencia de un cuerpo físico o incluso de las verdades matemáticas, pues cabe pensar que 2 + 2  sean 5 y no 4...) al menos él mismo era una cosa que dudaba, y dudar implica pensar. Eso y no otra cosa es el cogito: adivinar la certeza de que por muy escépticos que seamos no podemos dudar de que dudamos -obvio-, no podemos dudar de que somos algo que PIENSA. Pero cuidado, hasta que logremos demostrar las demás cosas -que estoy despierto y no dormido, que existen los cuerpos físicos que creemos ver, que también existes tú, lector-, hasta que logremos demostrar esas cosas, insisto, sólo somos pensamiento solitario. A ese paso intermedio -y algo angustioso- se le denominó solipsismo cartesiano.
Es esa soledad de no sentirse más que un bicho pensante aquello que describe con maestría la película de Dalton Trumbo que hoy recomendamos. Dejamos un fragmento de la cinta, el momento en que el protagonista descubre que apenas tiene cuerpo, que no lo puede usar y que por ende no se puede comunicar; que está solo, infinitamente solo entre sus propios pensamientos.

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