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sábado, 13 de septiembre de 2014

La ética llega a las "apps"

Un grupo de científicos crea una aplicación para teléfonos móviles con el objetivo de analizar y estudiar comportamientos o acciones éticas de los usuarios en su vida ordinaria. Aquí os dejamos el artículo del diario +El Mundo que se hace eco de esta investigación publicada en la revista Science:


Una 'app' para estudiar la ética

  • Un estudio realizado con una aplicación para móvil permite estudiar situaciones reales fuera del laboratorio

  • Concluye que las buenas acciones son contagiosas y que tanto las preferencias políticas como la religión influyen en nuestro sentido de la ética.


Los participantes recibían en su móvil cinco mensajes al día para...
Los participantes recibían en su móvil cinco mensajes al día para que describieran situaciones. WILHELM HOFMANN

El uso de dispositivos móviles no sólo es un filón para que empresas e instituciones recopilen información sobre los hábitos y los gustos de los consumidores. También se está convirtiendo en una herramienta útil para los investigadores que estudian el comportamiento humano. Un equipo internacional de científicos lo acaba de demostrar con una investigación sobre los valores éticos de los ciudadanos que se publica esta semana en la revista Science.
Los científicos, liderados por Wilhelm Hofmann, de la Universidad de Colonia (Alemania), desarrollaron una aplicación para el teléfono móvil con el objetivo de recopilar fuera de un laboratorio información sobre cómo los ciudadanos perciben desde un punto de vista ético sucesos, acciones y experiencias que viven en su día a día. ¿Con qué frecuencia las personas cometen actos que pueden considerarse morales o inmorales en su vida cotidiana? ¿Cuántas veces son víctimas de ellos o se benefician de buenas acciones?, ¿influye la moralidad en la felicidad y en el sentido que damos a nuestra vida?, se preguntaban los investigadores, que también querían estudiar hasta qué punto la religión y la política influyen en los valores éticos de las personas.
Un total de 1.252 adultos de entre 18 y 68 años de EEUU y Canadá participaron en este estudio. Durante tres jornadas, desde las 9 de la mañana hasta las 21 horas, recibían en sus teléfonos móviles cinco mensajes diarios a diferentes horas pidiéndoles que indicaran si en el transcurso de los últimos 60 minutos habían cometido o habían sido testigos de algún acto que consideraran moral o inmoral o bien, se habían enterado por otros de alguna acción de esas características. La app daba también la opción de decir que no.
El usuario que respondía que sí, debía describir cada acción que había cometido, presenciado o del que se había enterado, y explicar qué había sentido al respecto eligiendo entre nueve emociones (como culpabilidad, disgusto, etc.) que tenía que puntuar en una escala del 0 al 5. Entre otras cuestiones, también se le preguntaba si se había sentido feliz en ese momento y que valorara ese cuestión en una escala del -3 al 3 (-3 significaba que se había sentido 'muy infeliz' y +3 muy feliz).
"La gente informó de una gran variedad de actos morales e inmorales, desde simples gestos de amabilidad a situaciones más graves, como el adulterio", explica a EL MUNDO Mark Brandt, coautor de este estudio. "Por ejemplo, un participante informó de que había ayudado a orientarse a una turista que parecía perdida; otro dijo que había abandonado a su equipo y otro confesó que no había pagado la cuenta en un restaurante al darse cuenta de que la camarera creía que ya se la había pagado. Otros dijeron que habían visto a gente fumando al lado de niños, robando o arreglando un encuentro para cometer adulterio", añade el investigador.
Así, recopilaron un total de 13.240 mensajes de los usuarios, que contenían la descripción de 3.828 actos (de ellos 2.029 eran actos morales y 1.799 inmorales. Según recoge el estudio, cuando los participantes informaban de actos cometidos por ellos mismos, eran más proclives a relatar que habían cometido actos morales que inmorales. Por el contrario, cuando eran testigos de situaciones ajenas, solían informar de más actos inmorales, un resultado que, según los investigadores, concuerda con las teorías sobre la función del cotilleo.

La influencia de la política y la religión

Asimismo, encontraron diferencias en el comportamiento de la gente según sus preferencias políticas. Aquellos que se consideraban liberales se centraban más en los acontecimientos que consideraban justos e injustos, o relacionados con la libertad y la opresión. Los conservadores, por su parte, destacaban más aspectos relacionados con la lealtad y la deslealtad, y la autoridad y la subversión.
Compararon, además, los mensajes enviados por personas que se declaraban religiosas y las que no. Las personas religiosas, afirman, no cometían más actos morales que las que decían no serlo. Sin embargo sí parecían experimentar emociones negativas más intensas cuando cometían actos que consideraban inmorales.
Los científicos también observaron que la moralidad es contagiosa. Es decir, observaron que los participantes que se beneficiaban de una buena acción, tenían más posibilidades de hacer ellos mismos otra gesto positivo en el transcurso de ese día. Curiosamente, aquellos que llevaban a cabo una acción ética también tendían a mostrarse más indulgentes con ellos mismos y tenían más posibilidades de cometer un acto inmoral ese mismo día.
Hasta ahora, este tipo de estudios para averiguar cómo la gente distingue entre lo que considera que está bien o mal, se solían realizar con cuestionarios y en entornos artificiales, como laboratorios o centros médicos, donde se empleaban técnicas de imagen. La incorporación de teléfonos móviles, explican los investigadores, les ha permitido registrar las respuestas de los participantes ante diversas situaciones en distintos momentos del día y durante varias jornadas mientras seguían con su vida cotidiana, de modo que han podido recopilar reacciones ante situaciones reales.

Fuera del laboratorio

Según explica Brandt, reclutaron a los participantes a través de varias fuentes: webs de anuncios como Craiglist y Backpage, las redes sociales Facebook y Twitter, varios periódicos locales, blogs, forums, páginas de micromecenazgo (crowdsourcing) y listas de correo de universidades: "Todas estas fuentes nos han ayudado a contar con participantes con orígenes más diversos que los típicos estudios psicológicos", sostiene.
El 93% de los participantes era de EEUU y sólo el 7% de Canadá. De momento no se han plantado incorporar participantes de otros países, aunque Brandt afirma que "sería interesante estudiar si las experiencias sobre ética en la vida cotidiana varían en personas de distintos países y culturas".
Habrá quien cuestione los resultados obtenidos en este estudio pues, al fin y cabo, se basan en los testimonios que ofrecían los propios participantes, que podrían haber mentido o exagerado en sus descripciones. "Por supuesto, es una posibilidad", admite Brandt . "La gente suele preferir ser vista como una persona con ética, de modo que podrían responder de manera que favorecieran esa posibilidad. En el estudio no se ofrecían incentivos si se informaba de más actos morales o inmorales. Las respuestas eran anónimas y no se enseñaban a otras personas. Además, algunos participantes informaron de asuntos sensibles, como es admitir una infidelidad, en un estudio de tres días de duración. Así que, aunque algunos participantes hayan intentado ofrecer una imagen de sí mismos positiva, al menos algunos de ellos no siguieron esa estrategia", sostiene el investigador. "Pensamos que, en general, hemos recopilado una muestra bastante diversa sobre actos morales e inmorales experimentados por la gente", concluye.

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