Aquella tarde el crepúsculo había
ensombrecido ya la vieja Catedral de San Miguel. La ciudad de Coventry aún
respiraba la paz de los inocentes. Silenciosa, quieta, callada, esta urbe
industrial del centro de Inglaterra ignoraba su cita con la historia. Era 14 de
noviembre de 1940 cuando la operación “Sonata Claro de Luna” estaba a punto de
comenzar. A las siete y veinte los vientres de acero
de la aviación alemana comenzaron su danza terrible.
Durante siete largas horas quinientos
bombarderos asesinaron a otras tantas
personas y varios miles resultaron
heridas. Goebbels, ministro nazi de
propaganda, propuso “conventrizar”
como el término adecuado para referirse a los bombardeos masivos contra
ciudades con el objeto de amedrentar a la población civil.
Huelga anunciar que este hecho
terrible es a todas luces reprobable desde una perspectiva ética. Sin embargo,
un dilema moral ya clásico afloró durante este episodio nefasto de la Segunda
Guerra Mundial. Ciertas teorías apócrifas apuntan que los servicios de
inteligencia británico habían descifrado por entonces los códigos secretos de
la máquina Enigma, la cual regía las comunicaciones del mando militar nazi y a
la que nos hemos referido ya en publicaciones anteriores*. Según la leyenda, Winston
Churchill conocía que la ciudad de Coventry iba a ser bombardeada en la fecha
señalada. Si evacuaba la ciudad el Tercer Reich descubriría que Inglaterra
disponía de información privilegiada y usaría nuevos canales de comunicación,
si no la evacuaba Alemania seguiría ignorando esta ventaja militar de los
ingleses pero a cambio perderían la vida cientos de inocentes. Se trataba de
decidir entre las vidas inmediatas de decenas de habitantes de Coventry o la
posibilidad de acelerar la caída de los nazis gracias a la intercepción de
todas sus comunicaciones futuras. Si la leyenda es cierta, Churchill decidió
callar, no actuar. Más de 550 personas murieron, pero Inglaterra ganó la guerra
y el régimen nacionalsocialista fue derrotado.
Tres interrogantes se abren:
-
¿Actuó correctamente Winston Churchill?
-
¿Justifica un mal menor un bien mayor?
-
¿Cómo habríamos actuado cada uno de nosotros?
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