Todos sabemos lo trascendente que resulta el concepto de "perspectiva" a la hora de abordar cualquier problema. Los grandes directores de cine colocan estratégicamente sus cámaras para que accedamos -o no- a determinadas porciones de la realidad. Emplean planos cenitales, picados o contrapicados para agigantar o empequeñecer a sus personajes. Es el juego subjetivo de lo que vemos y dejamos de ver, de aquello que nos muestran u ocultan, el sinuoso viaje de la insinuación. Provocación. Resultaba difícil, por ejemplo, aventurar el trágico final del Dr. Crowe (Bruce Willis) en El sexto sentido; es más, un elaborado juego de perspectiva reduciría ese "trágico final" a un "trágico comienzo". La desgarradora verdad es que la historia comienza y concluye en la primera secuencia. Podríamos decir que, si el espectador tardó tiempo en despejar lo que allí ocurría, se debía únicamente a que Night Shyamalan -el director- había colocado mezquinamente sus cámaras en las escenas de la película. Su mérito, cual Houdini impertinente, lo atesoraba en aquello que escondía y, no tanto, en cuanto nos presentaba.
Hoy, con la ayuda de Homer Simpson, asistiremos a otra buena muestra de "perspectivismo fílmico", pero antes nos gustaría recordar unas interesantes palabras que resumen el tema que abordamos:
"Desde distintos puntos de vista, dos hombres miran el mismo paisaje. Sin embargo, no ven lo mismo. La distinta situación hace que el paisaje se organice ante ambos de distinta manera. Lo que para uno ocupa el primer término y acusa con vigor todos sus detalles, para el otro se halla en el último, y queda oscuro y borroso. Además, como las cosas puestas unas detrás se ocultan en todo o en parte, cada uno de ellos percibirá porciones del paisaje que al otro no llegan. ¿Tendría sentido que cada cual declarase falso el paisaje ajeno? Evidentemente, no; tan real es el uno como el otro. Pero tampoco tendría sentido que puestos de acuerdo, en vista de no coincidir sus paisajes, los juzgasen ilusorios. Esto supondría que hay un tercer paisaje auténtico, el cual no se halla sometido a las mismas condiciones que los otros dos. Ahora bien, ese paisaje arquetipo no existe ni puede existir. La realidad cósmica es tal, que sólo puede ser vista bajo una determinada perspectiva. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad. Lejos de ser su deformación, es su organización. Una realidad que vista desde cualquier punto resultase siempre idéntica es un concepto absurdo".
(Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo)
Esta interesante aportación no se la debemos a ningún genio de Hollywood, puede que jamás visitará nunca un estudio, quién sabe. El "perspectivismo" y la doctrina del punto de vista tiene también una dilatada carrera filosófica. Desde Kant la filosofía comprendió que los objetos estaban determinados por los sujetos que los contemplaban, en pocas palabras, que no existían cosas si no existen también "personitas" que las pensasen, percibiesen y manipulasen. Uno de los grandes pensadores de la "perspectiva" es el maestro Ortega y "La doctrina del punto" de vista constituye uno de los epígrafes de su célebre obra El tema de nuestro tiempo.
En el capítulo 16 de las decimosexta temporada de Los Simpson, Homer es víctima de un macabro juego perspectivista. No será el único, la serie Cómo conocí a vuestra madre también recurrió a este recurso. Lo veremos en el próximo post.
Sinopsis de No temas al techador [20']: Durante una tormenta, la familia descubre que tienen una rotura en el techo. Al no poder arreglarlo, Homer va a un bar a beber, en el cual se hace amigo de un tal Ray Magini, y que acepta ayudar a Homer con el techo. El amigo de Homer nunca aparece, y Marge y el Dr. Hibbert creen que lo imaginó.
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