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martes, 17 de junio de 2014

Invitaciones al viaje: Serrat, Lluis Llach, Kavafis y Baudelaire

Esta nueva entrada es una invitación al viaje desde distintos documentos. En primer lugar, proponemos el archiconocido poema de Constantino Kavafis "Ítaca" así como distintas versiones musicales de Joan Manuel SerratLluis Llach. En segundo lugar, nos remitimos a Baudelaire y Las flores del mal.
 
 
Ítaca
Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
 
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A lestrigones ni a cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.
 
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
 en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
 y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes,
 visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.
 
Ten siempre a Itaca en la memoria.
 Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
 
Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
 
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya que significan las Ítacas.
 
 
 
 
 
 
La invitación al viaje
 
¡Hermana criatura,
piensa en la dulzura
de ir a vivir juntos allá, a lo distante!
Amar sin cesar,
amar y expirar
en ese país a ti semejante.

Los soles mojados,
los cielos nublados
tienen en encanto
que hay en tu mirada,
traidora, taimada,
cuando da su brillo a través del llanto.

Allí todo es orden y todo es belleza,
voluptuosidad, lujuria, pereza.

Tu pecho, perfilado con la seda tirante,
es un arca preciosa ese pecho triunfante.
Senos turgentes, duros, trémulos palpitando,
igual que dos oscuros luceros reflejando.

¡Escudos retadores con sus dos puntas rosas!
Arca dulce en secretos, llena de buenas cosas,
vinos, perfumes y licores,
delirio de cerebros, del corazón traidores.

Cuando mueves el aire con tu falda ligera,
pareces una barca que se va mar afuera,
dando la vela al viento,
con balanceo suave y perezoso y lento.

Las piernas, que a través del volante entreveo,
afilando mis dientes, aguzando el deseo;
dos brujas que preparan su conjuro
batiendo un filtro negro dentro de un vaso oscuro.

Tus brazos, que ahogarían los hércules precoces,
son los émulos vivos de las boas feroces,
hechos para apretar con tanta obstinación
que a tu amante imprimieras en ese corazón.

Sobre tus anchos hombros, sobre tu largo cuello,
tu graciosa cabella pavonea lo bello;
con aire plácido y triunfante,
majestuosa criatura, tú sigues adelante.

Charles Baudelaire, Las flores del mal, 1857.
Traducción de Ángel Lázaro.

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